jueves, 5 de agosto de 2010

Niños Inquietos



Problemas en el colegio

Este trastorno aparece típicamente alrededor de los tres años, aunque es habitual que los progenitores recurran a la ayuda profesional cuando el niño entra al colegio.

Por eso, son las parvularias y profesoras quienes notan con claridad el problema: el niño no presta atención; no permanece mucho rato haciendo sus trabajos. Y cuando los ejecuta, los hace de una manera impulsiva y los presenta desordenados, sucios, con frecuentes errores y omisiones.

En niños pequeños, la hiperactividad se manifiesta a través de una actividad motora gruesa: corren, trepan, saltan por los muebles, siempre en movimiento permanente. Las situaciones de grupo les resultan especialmente conflictivas, y llegan a su forma extrema en la sala de clases, uno de los lugares donde se supone que deben estar atentos durante horas.

Los síntomas de este desorden varían según la situación y el tiempo: suele ocurrir que de repente sus conductas sean muy normales. Es raro el niño que presenta signos de desorden en todas las situaciones y todo el tiempo.

Los niños mayores y adolescentes también pueden ser extremadamente inquietos y agitados, pero esta hiperactividad tampoco tiene un propósito fijo ni definido. Esto constituye su principal característica.


Obstinación y rabietas

Se asocian a este trastorno, según la edad, otras características, que incluyen la obstinación, negativismo, prepotencia, provocación, variaciones del ánimo, baja tolerancia a la frustración, estallidos emocionales, rabietas baja autoestima y una notoria falta de respuesta a la disciplina.

Diez veces más frecuente en hombres que en mujeres, también puede presentarse déficit atencional sin hiperactividad.

En este caso, se observan todos los signos anteriores, excepto la hiperactividad y la impulsividad, por lo cual hay escaso deterioro de las relaciones sociales.

Cualquiera sea la modalidad, con hiperactividad o sin hiperactividad, conviene destacar que la conducta de estos niños despierta una reacción en sus padres o en el ambiente. Los adultos se sienten impulsados a decirle: "Quédate tranquilo". Y si el niño persiste en su conducta, o grita, el adulto grita aún más, y el problema se convierte en un círculo vicioso.

La meta terapéutica, en ese caso, va dirigida a interrumpir esta secuencia.


Niños Inquietos


Tratamiento

Aunque en realidad se ignora la causa real y absoluta de esta conducta, prácticamente se descarta lo neurológico, porque apenas un cinco por ciento de los niños presentaría algún tipo de alteración orgánica. Se trataría más bien de un déficit en el aprendizaje de autoinstrucciones que guían la conducta, ya que en el proceso de socialización, el niño inicialmente responde a las instrucciones de un adulto y luego internaliza esas instrucciones de manera abreviada, para que guíen y controlen su conducta.

De acuerdo a Kendall, psicólogo norteamericano, el tratamiento consiste en enseñarles el procedimiento de "Pare, mire y escuche", antes de actuar. Vale decir, se le induce a que aprenda autoinstrucciones adecuadas, para que logre regular su conducta en diversos ambientes.

Por ejemplo, frente a una tarea concreta, como un dibujo que se debe copiar, se le dice: "Voy a pensar por dónde comienzo, qué planes puedo ensayar, cómo me resultaría si yo hiciera esto. Luego probaré lo otro. ¿Está bien lo que estoy haciendo? No. Cometí un error. Lo corregiré. Ya estoy terminando. Me quedó bastante bien."

Una vez que el niño ha aprendido el sistema anteriormente descrito, puede pasar del dialogo consigo mismo, en voz alta, al diálogo interno silencioso, y este diálogo interno silencioso le servirá de autoguía en cualquiera otra situación.

Para la Terapia Cognitiva Post-Racionalista la conducta hiperactiva del niño es una manera de vincularse con los padres, por lo tanto, la psicoterapia consiste en generar cambios en estos patrones de relación del niño con sus padres. Es decir, se debe intervenir directamente en la relación vincular. Para la Dra. Patricia Crittenden del "Family Relations Institute" de Miami, la conducta hiperactiva corresponde a un patrón de vínculo coercitivo.

Finalmente, se señala que es absolutamente contraindicado tratar estos niños con medicamentos (Ritalín, u otras drogas estimulantes), que es una práctica muy desarrollada en este momento. Varias investigaciones muestran consecuencias secundarias indeseables del uso de la droga en el niño, como aumento en la presión arterial, disminución del apetito o alteraciones en el crecimiento.

Alfredo Ruiz
Psicólogo Clínico y Psicoterapeuta